Yo que soy un llorón feliz en una serie de televisión por temporadas



Yo, que soy un llorón feliz, caigo en la cuenta de que la vida es

lo más parecido a una serie de televisión por temporadas.

Uno, un personaje protagónico y espectador va viendo pasar, personajes estables, historias imperecederas, argumentos esenciales o se enamora de personajes que a veces, por alguna desconocida razón del argumento, salen de la historia sin dar mayor explicación.

Tal como se fueron, a veces vuelven. A veces dan melancolía, a veces felicidad. Y no se puede pedir más aclaración.

Otros se quedan siempre porque son muy buenos, y sostienen la historia, así como los que parecían ser más importantes en realidad no pasaron de hacer cameos secundarios e irrelevantes.

Hasta que el ignoto guionista de la historia decide darle un final que,

solo a veces,

le da significado a tanta pequeña historia episódica.

Por eso es más entretenido ver las series completas y de corrido. Y para qué tenerle miedo al final porque, incluso,

cuando son buenas

seguramente
tendrán
un

spin-off.

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